Volar, volar y volar…

Eso es lo que he estado haciendo, volando todo lo que he podido en mis prácticas de PPL. voy a Comentar brevemente mis últimas clases antes del vídeo de cada uno de ellas…

En la sexta práctica, una serir de tomas y despegues me dejan con la conclusión de que la pista 13 es más difícil que la 31. Pero un análisis posterior me indica que la dificultad radicaba en aterrizar en ella con viento en cola, por ello una aproximación tan baja, ya que el viento en cola alarga la senda de planeo. Por ello nos cambian de pista al poco:

Séptimo vuelo, tengo que practicar más, pero me noto que el avión es mío.

Octava práctica, instructor distinto, pero aparentemente las mismas condiciones y se suman situaciones nuevas. Una casi colisión con un pájaro en corta final, luego mi primer motor y al aire, con intento espontáneo de comunicarlo por radio abortado por el instructor.
Al poco, de nuevo cambio de pista y vemos un halcón, con el que acabamos volando en parelelo, volaba lo suficientemente rápido como para evitarle, y lo vi lo suficientemente cerca como para ver el dibujo de sus plumas. En la última toma, que no recoge el vídeo, el instructor ni tocó ni dijo nada… y me salió por debajo de la senda. Tengo que practicar más.

Y novena práctica, de vuelta a mi instructor de siempre, ya no toca tanto los mandos, a veces no dice nada y me deja un poco más suelto a ver qué hago. Por fin encuentro activa la pista 13 con buenas condiciones (viento en cara de 12 kt). Noto que la pendiente es tal que puedo ver mejor la pista para calcular la senda, y el suelo pasa más lentamente por debajo. Aún no recojo lo suficiente en las tomas, dudo, pero casi casi lo tengo. Decido grabarme la cara para ver externamente si realmente estoy tranquilo o pongo cara de no dar abasto. Efectivamente, lo que veo concuerda con cómo me noto, relajado pero atento:

Mañana, más… puede parecer repetitivo hacer tantas tomas y despegues, pero llega uno a picarse consigo mismo, a retarse a hacerlo cada vez mejor. 🙂