Tras participar en el II Campeonato de Catalunya de Acrobacia, continué haciendo horas de vuelo con la Cesna 152 dentro del curso del PPL. Ya tenía más de 30 horas de vuelo, y antes de llegar a las 45, tenía que cumplir 10 horas de vuelo en solitario y una travesía con parada total en dos aeropuertos intermedios antes de regresar al de partida. Dicha travesía es conocida como “el triángulo”, y supone un reto de navegación importante para el alumno.
Como ya había hecho vuelos alejándome de LELL en varias direcciones, el primer vuelo que hice en serio entrenándome para completar el triángulo fue un LELL-LEDA en solitario, aeropuerto al que ya había ido acompañado por Rafa, e incluso como pasajero en anteriores ocasiones. Lleida-Alguaire ya me era familiar, vamos.
La ida, sin novedad, un día CAVOK de sol y moscas.
La breve estancia en LEDA, la de un aeropuerto casi desierto, una lástima, ya que las instalaciones eran totalmente nuevas. La seguridad era desmedida, equivalente a la de cualquier aeropuerto internacional.
Pero el vuelo de regreso me lo planteé distinto. A partir de cierto punto, teniendo localizado el VOR de Vilafranca del Penedés, me dejé perder en un rumbo calculado a ojo hacia mi ciudad, Vilanova i la Geltrú, para ir a saludar a mi pareja. Por el camino, no dejé de seguir interpretando el mapa con lo que veía enfrente, simulando estar perdido de verdad, que no lo estaba. Con el mar a la vista en la lejanía a mi derecha, era imposible perderse con la excelente visibilidad que había ese día. Así descubrí en el mapa y luego localicé afuera El Serral, un pequeño pueblo al Norte de Montblanc, con el que tenía conexiones de familia. Retomé el rumbo que consideré me llevaría a mi ciudad, esquivando montañas por donde estimé más seguro. A lo lejos veía el fin de la sierra litoral, así que me propuse localizar visualmente el VOR de Vilafranca, para conocer su ubicación exacta. Presté atención a la aguja y perseguí sus indicaciones. Cuanto más me acercaba, más oscilaba, hasta que ya tenía a la vista Vilafranca y dejé de seguirlo, para buscarlo visualmente. Lo encontré.
Pasé una vez más sobre Els Monjos, el antiguo aeródromo de la Guerra Civil Española, y continué hasta Vilanova i la Geltrú. Vigilé el combustible restante. El indicador de ese avión solía ser fiable, me quedabas más de la mitad, iba bien. Y aunque no fuese fiable, había salido con el combustible lleno de LELL y lo había vuelto a revisar en LEDA como mandan los cánones. Había suficiente Avgas en los tanques.
Llegué a Vilanova y me dirigí a la playa a 1200 pies. Había acordado con mi pareja que ella estaría allí. No la veía claramente, pero hice un saludo batiendo las alas, miré alrededor para comprobar que no había tráfico e inicié una espiral ascendente hasta los 1500 pies, emprendiendo el camino de regreso sin dilación. Pero mi chica no estaba en la playa, se había tenido que mover, y pese a que la sobrevolé, no la vi. Regresé a LELL siguiendo dos aviones en formación cerrada, que al poco identifiqué como que eran del FPAC. Les mantuve a la vista hasta el final. Estuvo bonito seguirles, lástima que la cámara no llegase a grabarlos por falta de batería!
Días después de este vuelo, hice en solitario unas tomas y despegues en LELL. Se trataba de seguir perfeccionando la técnica del aterrizaje. Con lo que llevaba hecho ya, me noté comodísimo dentro del paraguas protector del ATC de Sabadell.
Otro vuelo que hice en preparación del triángulo fue un LELL-LERS pero acompañado de Rafa, ya que era la primera vez que iba allí. Pese a que el METAR pronosticaba una meteo aceptable, justo a la altura de Cunit el techo de nubes iba bajando y la visibilidad empeorando. La cosa pintaba mal, estuvimos considerando la posibilidad de dar media vuelta durante unos minutos, pero a la altura de Altafulla empezó a mejorar progresivamente, así que seguimos adelante.
Llegamos a Reus sin novedad. La pista parecía interminable, y por primera vez, me guió un coche Follow Me que nos esperaba en la primera calle de salida. El coche nos aparcó en una zona remota, muy lejos de la terminal y del Aeroclub de Reus. Del coche se bajó una mujer y nos hizo señas para marcarnos el punto de detención. Apagamos motor y recogimos todo rápidamente, ya que la señalera accedió a transportarnos en su vehículo a la terminal; le venía de paso.
Pagamos tasas, hicimos plan de vuelo de regreso, y sin esperar un minuto, fuimos a pasar el control de seguridad y al avión. Nos costó no menos de 15 minutos a pie llegar hasta él. Y entre eso y el prevuelo, ya habían pasado los 30 minutos de rigor entre la creación del FP y la Estimated Off Blocks Time (EOBT). Pero Rafa me tendió una trampa para ver si me daba cuenta, una de esas que dejó que sucediera para que me quedase grabado a fuego y no me volviese a pasar nunca más.
Estábamos rodando a distancia prudencial detrás de un Boeing 737-800 de Ryanair, cuando me preguntó Rafa:
-“No te has olvidado de nada?”
Miré alrededor, los procedimientos, la radio, chequear el avión, el prevuelo… no, no me había olvidado de na… MIERDA!!!
-“La funda del pitot! No la he quitado!”
Ahí estaba justo a mi izquierda, dentro de mi ángulo visual, el pitot con su funda puesta, con la cinta roja Remove Before Flight ondeando al viento. Ahora entendía porqué el pitot estaba ahí al lado de la cabina, y las cintas rojas se hacían llamativas. Para llamar la atención. Para ser a prueba de idiotas. Y yo me había olvidado de quitarla, como un super idiota.
De haberme intentado ir al aire así, hubiese tenido que abortar el despegue, al no estar el anemómetro vivo, porque la funda que lo cubría impedía que entrase aire en él y la aguja que indicaba la velocidad se hubiese quedado en cero.
Muy bien, pero ahora qué tenía que hacer? Pararme aquí en medio de la rodadura? Venía nadie por detrás? Me giré. No, no viene nadie.
Pero estimamos que era mejor parar en el punto de espera, donde igualmente íbamos a detenernos para ejecutar como siempre la Before Takeoff Checklist. Sólo que había un detalle algo incómodo.
Cuando nos detuvimos en el punto de espera, el 738 de Ryanair estaba parado en cabecera; le habían autorizado a entrar y mantener. Me aseguré que Rafa tenía el avión frenado. Me quité los cascos para salir; no podía alcanzar el pitot simplemente abriendo la ventanilla, o si podía, prefería no intentar experimentos de contorsionismo. Abrí la puerta. Cuando puse un pie en el suelo, el Boeing, que estaba enfrente de nosotros a menos de 100 metros, aplicó potencia de despegue. Obviamente no estábamos detrás de él, sino en un lateral de la pista.
No fue divertido, estaba fuera del avión peleando contra el chorro de aire de mi hélice para quitar la funda del pitot, sin protecciones auditivas, pero el estruendo del 738 se metió en mis oídos superando lo molesto. Si esto me hubiese pasado estando solo, habría parado el motor y esperado a que se marchase el Boeing, yo no bajo de mi avión con el motor en marcha ni loco!
Volví al cockpit un tanto molesto por la situación. Esto no me volverá a pasar, ya he tenido bastante con el bochorno y lo desagradable de la situación por una vez!
Cuando el Ryanair se alejó, pasados los minutos de espera de rigor (su estela turbulenta nos podía perjudicar y mucho), nos autorizaron a despegar. Nos habíamos fijado en qué punto de la pista había hecho la rotación el reactor, para rotar nosotros mucho antes y desviarnos rápidamente del eje de pista.
El viaje de vuelta a LELL fue más tranquilo que la ida, la meteo se aguantó; el techo había subido un poco y llegamos sin problema. Ese día había aprendido mucho. A no cometer según qué errores.
Éste es el vídeo de dicho vuelo, donde puede verse el gazapo de la funda del pitot:
Debo reconocer que a priori, Reus me pareció un aeropuerto un tanto hostil; entre lo de aparcarnos lejos de la terminal teniendo todo el espacio del mundo, y los reactores operando allí, no me gustaba demasiado el panorama. Pero si había ido allí era como entrenamiento previo para hacer el triángulo, así que debía volver por lo menos una vez.
Así terminaba el 5 de Agosto de 2011. El reto del triángulo lo tenía programado para el día 8. Tenía unos días para hacerme a la idea y acabar de mentalizarme. Pero el relato de ese vuelo ya es materia para la siguiente entrada del blog.